http://www.angelvillamor.com/2009/12/la-rotura-del-ligamento-cruzado.html
La rotura del Ligamento Cruzado Anterior ya no es tan fiera como la pintan
Hace un par de días, mientras operaba a Sergio Gadea, piloto del mundial de motociclismo, de una rotura de su Ligamento Cruzado Anterior (LCA), me llamó un medio de comunicación que estaba haciendo una especie de sondeo entre los traumatólogos que nos dedicamos a recuperar a deportistas para preguntar acerca de nuestra opinión sobre la decisión de Pepe de ir a operarse a Portugal de esta misma lesión.
Me sorprendió que el periodista me comentara que algunos de los que habían respondido estuvieran molestos porque no fuera a intervenirse en España.
Como ya comenté el pasado lunes en el diario EL MUNDO, cuando me preguntaron acerca del alcance de la lesión del futbolista, una rotura del LCA no es un asunto banal pero, sin duda, debemos dejar de hablar de esta cirugía como algo exclusivo o esotérico.
Gracias a los avances que se han llevado a cabo en este campo, lo que hace unos años podía suponer la retirada de un deportista o, como mínimo, un punto de inflexión negativo en su carrera debido a los resultados inciertos de la cirugía, ahora ya no lo es.
En mis primeros años de especialidad, en los que me formé con el mejor cirujano de rodilla de España, mi amado profesor José María Vilarrubias, se realizaba una intervención cruenta, en la que toda la articulación quedaba al descubierto para ser reparada. Nos ocupaba dos horas en el quirófano y la recuperación era dolorosa y, sobre todo, muy lenta.
Las cosas han cambiado
Actualmente el panorama es totalmente distinto. Gracias a las técnicas artroscópicas no hacemos aberturas articulares, sino dos pequeñas incisiones de apenas un centímetro a través de las que introducimos una microcámara y el instrumental quirúrgico específico.
Así reducimos la agresión quirúrgica, el sangrado, la inflamación, el dolor y el riesgo de infección, una circunstancia que muchas veces provocaba el fracaso de la operación en sí.
Tras mi estancia en la clínica universitaria de Navarra comencé a emplear tendón de cadáver en vez del que se extrae del propio paciente. Por aquel entonces se pensaba que esta opción era la mejor para no dejar la zona donante muy debilitada.
Sin embargo, al tiempo que íbamos acumulando cirugías, fuimos comprobando, igual que otros expertos, que este injerto conlleva mayor riesgo de rotura. Este factor, unido al perfeccionamiento de otras ténicas, como la del doble fascículo de isquiotibiales ha propiciado que nos decantemos claramente por esta opción, con la que estamos logrando resultados excelentes desde hacie tiempo.
En definitiva, hemos afinado las técnicas quirúrgicas, los ingenieros desarrollan dispositivos de anclaje cada vez mejores, el instrumental es menos invasivo… todo está contribuyendo a lograr el ansiado objetivo de imitar lo más fielmente posible las características del tendón nativo para que sea lo menos vulnerable posible.
Por último, los factores de crecimiento obtenidos de la sangre el propio paciente y los revolucionarios procedimientos de recuperación temprana, en manos defisioterapeutas extraordinariamente preparados que comienzan a trabajar con el paciente pocas horas después de salir del quirófano, hacen que el pronóstico de todos los atletas, profesionales o no, que como Pepe se enfrentan a esta lesión puedan respirar tranquilos y albergar grandes esperanzas de cara a la progresión de su rodilla.
La experiencia lograda con cientos de nuestros pacientes nos demuestra que así es. En el comentario que he referido anteriormente en EL MUNDO, citaba casos como el de Iván Cervantes, tricampeón mundial de enduro, que también sufrió rotura del LCA. A los tres meses de la operación comenzó sus entrenamientos y a los cuatro ya ganaba carreras.
Una cuestión fundamental: la confianza
De esta forma, y aunque toda intervención quirúrgica tiene un determinado índice de complejidad y acarrea una serie de riesgos, no estamos ante una operación desconocida.
En cualquier caso, consideraciones técnicas aparte, en la recuperación de un paciente entran en juego otros aspectos que sin duda son los que ha valorado Pepe a la hora de irse a Portugal. Seguramente, el especialista que le ha intervenido es un cirujano en el que confía plenamente y que conoce bien su historial clínico y de lesiones.
Cuando la propia salud y, en este caso, el medio de vida están en juego, ponerse en manos de un facultativo u otro es una decisión muy personal que ha de tomarse con calma y libertad, máxime cuando son muchos los especialistas que dominan esta técnica con destreza, tanto en España como fuera de nuestras fronteras.
Desde este blog sólo nos queda dar ánimos a Pepe, que seguramente volverá a los terrenos de juego al más alto nivel antes de lo que pensamos.
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